lunes, 9 de julio de 2018

Roma - Mi amor todo a la Ciudad Eterna.

Es claro a estas alturas que continuar relatando los días y sus historias cronológicamente es imposible estando acá. O escribo, o hago.
La elección es obvia.
Así que quedará como tarea para la vuelta - si es que tal cosa sucede 😜 -, cosa que también me servirá para no extrañar tanto este lugar.
(Y además, pongo pausa justamente en el día de mi romance italiano, cliffhanger para todos y todas xD)

Sin embargo, sí quiero decir algo de mi paso por Roma...

Gian Francesco Poggio Bracciolini, un humanista del S. XVI dijo sobre esta ciudad: "La más bella y magnífica de todas aquellas que ya sean, hayan sido o serán". Y si bien ésta es una aseveración muy extrema, y ciertamente Roma tiene mucha competencia en este respecto, sí les voy a decir que es una ciudad inolvidable. El arte le explota por todos los rincones, la historia que tiene - y las huellas que ésta ha dejado - es magnífica, y los personajes que la vivieron son fascinantes. Caótica y abrumadora como es, intensa y realmente calurosa por momentos, está tan viva que no pude hacer otra cosa que amarla.

Tengo miles de historias para contar sobre ella y sus lugares, pero hoy solo voy a contar una que tira por tierra un cliché y, por otro lado, voy a demostrar que la Fontana di Trevi - mi lugar favorito de Roma - me pertenece para siempre.

La Fontana di Trevi es verdaderamente la más hermosa fuente de todas las que posee Roma. No es solo porque Fellini la inmortalizara como ícono romano en su película La Dolce Vita, que tiene la fama que tiene. Pocos monumentos resultan tan encantadores a primera vista: al segundo de pararme frente a ella por primera vez se me cayeron las lágrimas. Enamora, así sin más.

Muchos proyectos se presentaron al Papa Clemente XII, quien encargo su construcción - incluso uno de Bernini, que les adelanto, se ha convertido en mi escultor favorito de los que han dejado sus huellas en Roma -. Finalmente, Clemente se decidió por un diseño de Nicola Salvi. Ya les hablaré más en detalle de ella, pero vean si no es una hermosura...

Fontana di Trevi

 Pues bien, resulta que mirándola en detalle descubrí lo siguiente:



Lo ven, no?

Va detalle para los cortos de vista:

Mi nombre en la Fontana di Trevi, ejem...

Así que resulta, amigues, que allá puedo ir por Roma gritando al estilo del loco de Cinema Paradiso "La fontana é mia".

En cuanto al cliché que vengo a derribar, tiene que ver con el Coliseo. 

Estarán ustedes familirizados con el famoso gesto del pulgar hacia abajo o hacia arriba con el cual el emperador de turno que brindaba al pueblo el espectáculo de la lucha entre gladiadores en el Coliseo Romano, decidía la fortuna del pobre tipo que ahí estaba, viendo si vería o no salir el sol un día más. 

En caso de que no lo estén - lo cual probaría por otro lado que no vieron Gladiator, y no sé qué esperan, con lo bueno que está Russell Crowe en esa película... -, acá mi compañera de aventuras en Roma y yo, se los ilustramos:


Paula y yo dentro del Coliseo

La verdad del asunto es que cuando un gladiador se veía a punto de morir podía pedir clemencia al emperador extendiendo dos dedos. Éste, a su vez, se volvía hacia la masa de gente para que ellos se expresaran y le ayudaran a decidir si perdonaba al pobre infeliz, o desataba la carnicería.

Hacía esto en una muy demagógica - y falsa - demostración de su consideración para con los deseos del pueblo. Pan y circo para engañar al pueblo, amigues, algunas cosas nunca cambian... 

La cuestión es que los gestos eran dos, pero no los dos que Hollywood nos hizo creer que eran. Si la masa quería que la vida del gladiador fuera perdonada, giraba su pulgar primero hacia abajo, luego lo llevaba a la palma de su mano y lo encerraba con los 4 dedos restantes, al grito de "Mitte". Este gesto significaba el pedido al gladiador a punto de matar "que vuelva a enfundar la espada", y de ese modo perdonarle la vida al otro a punto de morir.
Si en cambio, la masa giraba el pulgar hacia arriba y se lo pasaba por la garganta, al grito de "Iugula", significaba que querían ver sangre. 

Ya ven, miles de fotos en Instagram con los gestos equivocados xD.

Roma está llena de historias como ésta. Lo que la hace tan atractiva en relación a lo que uno ve, no es solo la historia que leímos en el colegio, sino todas las cosas que hacían a la vida cotidiana, o a los entretelones de los hechos más significativos tanto políticos o religiosos, como artísticos (De hecho, muero por contarles la catfight entre Bernini y Borromini xD. Pero eso será en una próxima entrega).

Por lo pronto, vayan mis gracias eternas a Roma por los maravillosos días que pasé allí.