viernes, 5 de julio de 2019

Día 16 - Un día milanés en dos actos.

No recuerdo si he mencionado en alguno de los posts pasados que Milano es una ciudad en la que no solo podría, sino que me encantaría vivir. Si desarrollo los por qués de esta afirmación, este post se va a hacer muy largo y nos vamos a ir por las ramas. Solo traigo esto a colación porque el día que estoy por contar, ese que tuve cuando empezaba mi segunda etapa en esta ciudad a la que ya conocía y en la cual ya me ubicaba y sabía moverme, es uno que me imagino viviendo a los locales como un día cualquiera en esta metrópolis.

Habiendo estado compuesto por arte y un muy lindo reencuentro entre platos italianos, no podría haber pedido un mejor comienzo para mi segunda etapa en Milán.

Usemos la estructura de una obra teatral y dividamos este día en dos actos, si?

Acto 1: El día.

Empecemos primero por contar sobre "el escenario".
A muchos de ustedes les sonará el nombre Prada
Esta casa de moda conducida por la italiana Miuccia Prada puede tener sus fans o sus detractores (en mi caso más eso último, la realidad es que no me copa la onda de vestido de cortes agresivos a la vista o que parezca salido de un proyecto futurista de reciclado, accesorizado con soquetes y zapatos tipo Mary Jane), pero que es un nombre reconocido y con un estilo muy demarcado entre los diseñadores que hacen a la historia de la moda no se le puede negar.

Sin embargo, aunque el nombre les suene, tal vez no tantos de ustedes saben acerca de la Fundación Prada. Presidida por Miuccia y su marido, la "fondazione" es una institución que se ocupa del arte contemporáneo y la cultura desde 1993.
La fundación nació con la idea de exhibir la amplia colección de arte que la diseñadora y su marido fueron acumulando, y que atraviesa años y estilos, desde el siglo XX hasta lo contemporáneo. Y aunque es un lugar en donde se exhibe arte prefieren no llamarlo "museo", sino que esperan que se perciba como "un espacio libre de restricciones lingüísticas cuyo propósito es crear un nuevo código con respecto al arte; un código que se aleja de los salones tradicionales llenos de limitaciones. En la fundación no hay límites, y el arte se desborda por los edificios".

Otra cosa notoria es que a pesar de ser un proyecto de la diseñadora, ella quiere que quede claro que todo lo que pasa en la Fondazione Prada no tiene nada que ver con la moda, sino que las propuestas a las que dedica sus espacios tienen que ver con temas de arte, cine, filosofía, ciencia, diseño. De hecho, si algún día visitan la Fundación, no se van a encontrar una tienda con accesorios especialmente creados para la ocasión (los típicos totes o bolsos que ves en casi todos los museos del mundo, por ejemplo). Lo que dicen es que no quieren contaminar el espacio con moda para que los artistas no sientan que se les está explotando como herramienta de marketing. El logo de la firma ni siquiera aparece en la fachada y no se organizan desfiles ahí (cosa que si pasa por ejemplo en la Fundación Louis Vuitton, su colega parisina); lo que buscan, dicen, es que se use como un laboratorio de ideas con voces diversas.
Su misión, como ellos mismos la explican es "ampliar y profundizar la manera que tenemos de aprender".

Una esquina del espacio que ocupa la Fondazione Prada

¿Para qué sirve una institución cultural? Esa es la pregunta planteada. Y las diversas actividades o muestras de la Fundación, es lo que Prada ofrece como intento y búsqueda de respuesta.
"Estamos convencidos de que la cultura es profundamente útil y necesaria, además de atractiva. Debe enriquecer nuestra vida diaria, ayudarnos a comprender los cambios que tienen lugar en nosotros y en el mundo. Esta convicción será la base de las futuras actividades de la Fundación".

La fundación ha pasado años organizando exposiciones temporales en iglesias y almacenes abandonados, hasta que finalmente ha echado raíces inaugurando su actual sede en lo que solía ser una antigua destilería de gin de la ciudad italiana. Y hacia allá me fui yo, porque los museos de arte contemporáneo (a veces no muy bien llamado moderno) son los que más me suelen gustar.


Fondazione Prada

Sus 19.000 metros cuadrados combinan siete edificios ya existentes y tres de nueva construcción (Podium, Cinema y Torre), que se traducen en salas de exposiciones, un bar, una "casa encantada", un espacio para niñes y un cine camuflado por espejos.


Viejo y nuevo, horizontal y vertical, ancho y estrecho, blanco y negro, abierto y cerrado: estos contrastes son los que están presentes en Fondazione Prada.

La sede actual de Milán (hay otra en Venecia) fue inaugurada en 2015 y sus edificios en el sur de la ciudad son de esos que no pasan desapercibidos. Los espacios de exposición son amplios, luminosos, para nada cargados de obras (una disposición que suele verse en los museos de arte contemporáneo o moderno, que no te sobre-estimulan con miles de piezas en una sola sala, sino que apuntando a un concepto o a una imagen o a algo que quieren expresarte te hacen enfocar tu atención en lugar de ametrallarla de estímulos en forma de pinturas, esculturas u objetos artísticos diversos)

Maqueta del proyecto arquitectónico de la Fondazione Prada

La Torre marcó el fin de la construcción y la terminación del proyecto. Con 60 metros de altura, tiene 9 pisos que juegan con el espacio, ya que cada uno de ellos es más alto que el anterior: mientras el primero tiene una altura de 2.7 metros, el último mide 8 metros. Es, además, un contraste de colores: sus paredes blancas y minimalistas son el lienzo perfecto para el ascensor de mármol rosado que escala los pisos.

Interior de la Torre

La torre es la que alberga la colección permanente de la fundación. Titulada "Atlas", abarca obras que van desde los años 60 hasta el 2016.

Las dos cosas que más me gustaron de acá?

1. Volverme a encontrar con una obra de Jeff Koons (la primera que vi fue su Ballerina, que estuvo por un tiempo a la entrada de nuestro MALBA).

Tulipanes, Jeff Koons

2. La instalación "Synchro System" de un artista belga que se llama Carten Holler, y que a mi me resultó un flash para los sentidos: primero tenías que pasar por un laberinto que estaba totalmente a oscuras. Antes de ingresar una chica te indicaba que debías agarrar la soga que se encontraba a tu derecha y simplemente seguirla sin soltarla por todo el camino. Dos segundos después de entrar no veías absolutamente nada, y la sensación de caminar a oscuras sin saber por cuánto tiempo ni a dónde te iba a llevar, fue bastante adrenalínica. Una vez que salías de ahí te encontrabas con estílmulos que te hacían sentir que estabas alucinando: entrabas a una sala en la que hongos gigantes cabeza abajo giraban en distintas direcciones, mientras vos caminabas a través de ellos. Genious.


Otra exposición temporaria que vi ese día fue Slight Agitation 4/4, por Laura Lima.

Y por último vi la exposición temporaria "Arte, Vida, Política: Italia 1918-1943"
Esta muestra exploraba el arte y la cultura en Italia tras las dos guerras mundiales, partiendo de registros de todo tipo (fotos, pinturas, escultura, modelos arquitectónicos, enormes leds en las que iban cambiando las imágenes, etc) que muestran el contexto detrás del cual el arte es creado y luego interpretado por el público de la época. Te llevaba por un recorrido que tenía como premisa contarte que el arte no es solo algo lindo para mirar o poseer, sino que muchas veces dialoga con lo social en su propio idioma. Los dispositivos artísticos muchas veces se usan para protestar de un modo más abstracto o simbólico ante determinado hecho histórico o social. Y también han servido a las propagandas de una u otra ideología. Esta muestra constaba también de una sala de cine, en la que se proyectaban distintas noticias de la época, o fragmentos documentales de aquel o este suceso importante de la vida política o histórica italiana.


Post Zang Tumb Tuuum. Art Life Politics: Italia 1918-1943

Quien les habla, un poco fascinada con lo que estaba viendo...


Post Zang Tumb Tuuum. Art Life Politics: Italia 1918-1943

Mucho arte, pero nobleza obliga a contarles que antes de meterme de lleno en las exposiciones, lo primero que yo hice ni bien puse un pie en la Fondazione fue irme a almorzar.
Dónde?
Acá:

Bar Luce

Con ustedes, Bar Luce, un café diseñado nada menos que por el cineasta Wes Anderson.

El bar - que forma parte del conjunto de la Fundación Prada, pero que también tiene una entrada independiente para quien no esté ahí por las obras artísticas -, busca recrear la atmósfera de un típico café milanés de antaño (y realmente se ve esta idea, lo digo después de haber estado en uno de esos cafés); pero es mucho más fuerte la impronta wesandersoniana... Si no fuera por todos los trendy milaneses y milanesas, vestidos con una elegancia de menos es más y con una ropa de cortes perfectos, una sentiría que un poco la han metido en alguna escena del Grand Budapest Hotel y que en cualquier momento Margot Tenembaun va a entrar por la puerta a pedirse un capuccino. Hay un poco de sus personajes y de su mundo en cada rincón del café. En los dichos del director: " Creo que sería un óptimo set, pero también un hermoso lugar en donde escribir una película. He buscado darle forma a un lugar en el cual me gustaría transcurrir mis tardes de no ficción"

Y la verdad es que te ha salido genial, Wes. Yo también me pasaría muchas de mis tardes de no ficción por ahi...

Después de almorzar el que probablemente ha sido el sandwich más caro de mi vida, pero amortizado su valor por la atmósfera del lugar, sí estaba lista para ver todo lo que pudiera.

El último lugar en el que estuve fue otro espacio muy notorio dentro de la Fondazione: la Casa Encantada.

La Haunted House

Bautizada así por el estado de abandono en el que se encontraba este edificio cuando el estudio que se encargó del diseño de la Fondazione llegó, este edificio hoy se encuentra recubierto por hojas de oro de 24 kilates. Si, leyeron bien. El dorado fue una decisión de último minuto del arquitecto Koolhas, cabeza del proyecto - y ha polarizado opiniones entre quienes lo tachan de vulgar y los que lo consideran glorioso-. Su intención, dijo, fue dar importancia a una construcción modesta. El oro aporta color al paisaje mayormente gris del conjunto y crea reflejos en los edificios vecinos. Pero lo que más ha sorprendido es que Koolhas declarase que el oro sale más barato que otros materiales para recubrir muros como el mármol o incluso la pintura...

El espacio hoy alberga una muestra permanente, en la que te encontrás con piezas bastante perturbadoras. No tengo fotos, pero si les interesa chequeen en el archivo de las muestras de la Fundación.

Acto 2: La noche

Dejé la Fondazione alrededor de la 5 y algo de la tarde porque tenía que irme hasta Dairago y luego volver a Milán para estar lista para salir a las 21 hs. Todo esto lo voy a saltar - porque este post ya es más largo que la carta FRONT AND BACK que Rachel le escribió a Ross en la casa de la playa - y solo diré que en la manifestación de un gran milagro italiano logré estar de vuelta y lista para salir a cenar a la hora señalada.

Se preguntarán con quién iba a cenar, ya que más arriba mencioné un reencuentro...

No, este no es otro capítulo de romance a la italiana 👅

Las casualidades quisieron que en el mismo momento en el que yo me encontraba en Milán, la ciudad también recibiera a Sara, alguien a quien conocí en otra aventura viajera, y a quien a pesar del océano entre nosotras, considero amiga.
Sara y yo nos conocimos en 2015 en un walking tour por Atenas, en donde terminamos compartiendo el tradicional mezze griego (una mesa con una suma de platos, al modo de nuestras picadas, o de las tapas españolas). Tan lindo grupo caminador formamos (junto a otros dos caballeros, Joao y André), que días después nos terminamos poniendo de acuerdo para tomar unos tragos en Santorini, con esta vista frente nuestro.

Las buenas vistas y las buenas bebidas siempre deberían mezclarse.

Sara, Joao y yo en Fira, Santorini (2015)

Un año después, otro viaje mío y otro viaje suyo nos encontró por acá

Sara y yo en el pub Jhon Snow, en Londres (2016)

Y finalmente resultó que coincidimos también en la cosmopolita Milano, gracias a que ella estaba por esta ciudad por motivos de trabajo.
Esto había que celebrarlo.
Y qué mejor reencuentro que uno en la típica modalidad italiana: frente a una buena mesa, con unas buenas pastas y un buen vino?

Sara y yo, con cara feliz de "He comido y bebido hermosamente" @Hosteria della Musica, en Brera, Milán

Después de mucho rato de mucha charla y mucho catching up en una mesita del exterior de la Hosteria della Musica, nos dijimos hasta pronto, dejando como incógnita la variable de cuál va a ser la ciudad que nos vuelva a cruzar.