miércoles, 27 de junio de 2018

Día 13 - The beautiful people

El domingo 17 de junio fue el día en que, con mucho pesar, me despedí de Cinque Terre. No es sencillo decirle adiós (o hasta pronto?) a un lugar al que llegaste después de tanta espera.

Pero, mi periplo seguía por otras zonas de la Liguria, y ese domingo le tocaba a Portofino.

Este pueblito marino es de los más exclusivos de Italia. Es muy lindo, con casas de colores a lo largo de la pequeña marina, y notás enseguida que es un centro turístico para gente de altos recursos, y también para gente que no quiere pasar desapercibida... Personajes como este abundan:

I'm too sexy for my shirt, too sexy for my shirt, so sexy it hurts... xD

Cantidad de pequeños yates y barquitos de todos los tamaños amarrados al puerto, tiendas de marcas como Balenciaga, Rolex, Louis Vuitton, mujeres producidas a nivel Kardashian a las 3 de la tarde... se hacen a la idea, no?

Pero este pequeño pueblo marino, en donde personajes como los señores Domenico Dolce & Stefano Gabanna tienen su villa, no siempre fue un centro de lujo. Y al tener Italia una unificación tan tardía, Portofino pasó por muchísimas manos.

Su origen es remoto: existía ya en la época del Imperio Romano con el nombre de Portus Delphini. En el siglo X, la esposa del rey Lotario II de Italia dona la aldea a la Abadía de San Fruttuoso (que aún existe, situada en una bahía de sueño, a la que solo se llega por mar o caminando unos 15 km).

Unos doscientos años después pasó a formar parte de la jurisdicción de Rapallo (el lugar en donde yo me quedé por los tres días que anduve por la zona), para pertenecer así indirectamente a Génova, de gran importancia marítima durante el medioevo (de su puerto salió Colón, se acuerdan?)

La verdad es que es muy lindo, y vale la pena subir hasta el faro porque las vistas desde ahí son hermosas:

Vista del mar de Liguria desde el Faro de Portofino

Portofino vista desde el camino que lleva al faro

La verdad es, también, que disfruté enormemente sentarme en una mesita de un típico bar de la Piazza Martiri dell' Olivetta a tomar un aperitivo en una de sus mesitas frente al puerto (acá fue, de hecho, donde el Aperol Spritz y yo nos conocimos y empezamos un romance que duró toda mi estadía en Italia 🤣).

Marina de Portofino

L' Aperitivo, costumbre arraigadísima entre los italianos

Pero, también es cierto que encontrarme con gente tan fancy pants y con tanto deseo de ver y ser vista me causó un poco de gracia.
Vale la pena dedicarle una tarde, y si se puede llegar por mar es aún mejor (cosa que yo hice un día después, aunque esa es otra historia), pero no es un lugar en el que yo me quedaría más tiempo que ese.

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